sábado, 12 de octubre de 2013

Con los pies intentando imitar firmeza, se para sobre ella: le ha marcado un número, un número más grande que la última vez.
Se siente enojada consigo misma: por las papas del día anterior, por el chocolate de esta mañana, por el vaso de refresco que seguro estaba empapado en calorías. Ha visto ya muchas mujeres que no satisfechas con ser guapas, además son delgadas. Se sienta a llorar, pero no salen las lágrimas, todo se canaliza en el coraje.
Y aquí vamos otra vez, a iniciar una dieta que consiste sólo en una cosa: no probar bocado los próximos días. 

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