Grité silenciosamente tú nombre.
Quería que te detuvieras a observar tu alrededor, que notarás mi presencia y que una sonrisa se apoderara de tu rostro. Tal vez un breve intercambio de miradas cargadas de melancolía, o vacías en su defecto. Pero nada ocurrió. Continuaste caminando e incluso apresuraste el paso cómo si desearas arrancar de mí.
Y no te culpo. En estos momentos también desearía arrancar de mí.
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